La tabernera de la Isla (a.k.a. Madame M.) ha pedido recado de escribir electrónico. Nada me gustaría más que un día llegar a Er Güishi y pedírselo a Sigurd.
Estoy acabando Mi medio siglo se confiesa a medias, las memorias con las que César González-Ruano intentó, en vano, recomponer una figura desgastada por la desidia del trabajo en los periódicos y la cómoda servidumbre a cierto estado de cosas (Franco y el resto y lo demás).
Ruano siempre pedía recado de escribir, la mano ensortijada de dandismo, en las volubles tardes en que su escritura, genial a pesar de lo dicho, exigía al camarero papel y pluma para iniciarse en el trance de poner orden al mundo. La tabernera de la Isla es una ilustrada trekkie que se ha rebelado (y se revela) contra la impudicia de callar lo que pasa. Eso me alegra. Yo le doy recado de escribir y lo que haga falta.
He tratados con periodistas que escribían como nenazos, cortocircuitados por ese estilo, tan de revista de tendencias, que a mí, particularmente, no me dice nada. Escritores redichos, niños pera del Abc, que aún escriben palabras como arrobo, candor o guardarropía, como si en el foro aún oliera a sotana meada y en las paredes, en vez de graffitis, viéramos a San Cosme y San Damián perpetrando el estupro moral del nacionalcatolicismo. He visto a muchos que no se la cogen ni para ir a mear o, en el mejor de los casos, no se la encuentran. Otros a los que sólo les falta verles decir “mira, papito, a que te gusta”.
La Tabernera escribe como le sale, es decir, muy bien. Está más allá de ese Orión de amanerados modernos donde los rayos C no brillan como lágrimas que se pierden en la lluvia. Más bien, pienso yo (con humildad), como cagarrutas en un pozo de mierda.
PD: Si salen a la calle y se les acerca un arzobispo, tengan cuidado. Querrá hablarles de un tal Jose Antonio. Así que díganle que ustedes son evangélicos, que le joderá mucho.
Como está el patio, …ñores.
Estoy acabando Mi medio siglo se confiesa a medias, las memorias con las que César González-Ruano intentó, en vano, recomponer una figura desgastada por la desidia del trabajo en los periódicos y la cómoda servidumbre a cierto estado de cosas (Franco y el resto y lo demás).
Ruano siempre pedía recado de escribir, la mano ensortijada de dandismo, en las volubles tardes en que su escritura, genial a pesar de lo dicho, exigía al camarero papel y pluma para iniciarse en el trance de poner orden al mundo. La tabernera de la Isla es una ilustrada trekkie que se ha rebelado (y se revela) contra la impudicia de callar lo que pasa. Eso me alegra. Yo le doy recado de escribir y lo que haga falta.
He tratados con periodistas que escribían como nenazos, cortocircuitados por ese estilo, tan de revista de tendencias, que a mí, particularmente, no me dice nada. Escritores redichos, niños pera del Abc, que aún escriben palabras como arrobo, candor o guardarropía, como si en el foro aún oliera a sotana meada y en las paredes, en vez de graffitis, viéramos a San Cosme y San Damián perpetrando el estupro moral del nacionalcatolicismo. He visto a muchos que no se la cogen ni para ir a mear o, en el mejor de los casos, no se la encuentran. Otros a los que sólo les falta verles decir “mira, papito, a que te gusta”.
La Tabernera escribe como le sale, es decir, muy bien. Está más allá de ese Orión de amanerados modernos donde los rayos C no brillan como lágrimas que se pierden en la lluvia. Más bien, pienso yo (con humildad), como cagarrutas en un pozo de mierda.
PD: Si salen a la calle y se les acerca un arzobispo, tengan cuidado. Querrá hablarles de un tal Jose Antonio. Así que díganle que ustedes son evangélicos, que le joderá mucho.
Como está el patio, …ñores.
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