lunes, 7 de mayo de 2007

¿Qué es un güishi?

El uso de la palabra "güishi" es exclusivo de San Fernando dentro de la provincia de Cádiz, por eso si se pregunta a alguien de la zona, no tendrá ni idea de lo que le estás hablando a menos que sea de la Isla.

La Isla de León, San Fernando, a 10 kms de Cádiz. Los nativos somos "isleños" o "cañaíllas" (no Sanfernandinos ni nada por el estilo), y venimos de una isla, pero como somos muy sociables, nos hemos ido acercando cada vez más al continente y estamos conectados a tierra por un puente y una carretera que nos une a la capital.

Un "güishi" es una bodega de toda la vida, el bar de barrio dónde usualmente sólo se servía vino; como antiguamente se aguaba - el vino-, no estoy segura de si para hacerlo más suave al paladar o para optimizar beneficios, los parroquianos a veces se quejaban de que estaba "agüishi". El sufijo "ishi"/"ichi", común en el habla de Cádiz, actúa como una especie de diminutivo. Pues bien, tanto se aguaba el vino en las tabernas, que de tanto decir lo de "agüishi" se acabó asociándolo con las tabernas, y fieles al espíritu andaluz de economizar letras al hablar, se eliminó la "a" inicial y se redujo a "güishi" que es mucho más cortito que taberna o bodega. En la actualidad, en La Isla se llaman así sólo a los bares antiguos, los de toda la vida, donde a duras penas se ha aceptado la entrada de las mujeres porque siempre han sido el escondite preferido de los varones del lugar como en la gran mayoría de los pueblos de España. Todos sabemos que hasta hace relativamente poco tiempo, las mujeres que bebían alcohol o fumaban eran consideradas unas frescas, porque ésos eran hábitos "virilizantes". Como decía la abuela de mi amigo Jose Ramón: "los hombres tienen que oler a tabaco y a vino"...

Podía haber elegido para mi bar un nombre algo más sofisticado, o algo con más significado, pero la elección es siempre difícil. Al final lo llamé así porque al venir de una ciudad pequeña que no mucha gente conoce en Madrid, quería reivindicar algo de mi origen como bandera. El anonimato en la gran ciudad obliga a crear señas de identidad.

Ah, que conste que yo no le echo agua a nada...

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