Escribo iluminado por las últimas brasas de la madrugada, ebrio, tras una noche de farra. No sé cómo comenzó la cosa. Estaba en Er Güishi, trabajando, y entonces llegaron ellos. Después de cerrar el bar, nos fuimos al Travelling y, después, inevitablemente, al Candela. Acabamos en casa de L., que trabaja en el CDN, bailando Ashes to ashes, de Bowie, momento en que podría haber dicho:
Para mí las únicas gentes son los locos, los que están locos por vivir, locos por hablar, locos por ser salvados, que lo desean todo al mismo tiempo, los que nunca bostezan o dicen un lugar común, y arden, arden, arden…
La cita es del varicoso Kerouac y hoy me viene que ni pintada.
Para mí las únicas gentes son los locos, los que están locos por vivir, locos por hablar, locos por ser salvados, que lo desean todo al mismo tiempo, los que nunca bostezan o dicen un lugar común, y arden, arden, arden…
La cita es del varicoso Kerouac y hoy me viene que ni pintada.
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